El fuego había arrasado todo. Las ventanas se habían destrozado cuando los cristales habían salido disparados.
Al llegar a la cabaña, traspasamos el hueco que había ocupado la puerta antes del incendio. Y no había rastro de vida humana. Los soldados habían sido demasiado rápidos. Y lo que hubieran hecho, había sido antes de nuestra llegada.
Recorrimos habitación por habitación en busca de mi padre sin encontrar nada que nos indicase su paradero. Pronto comencé a angustiarme, y pequeñas lagrimas comenzaron a surgir de mis ojos.
En el instante en que avanzábamos por el pasillo, noté una rara sensación que azotó mi corazón según llegábamos a la cocina. Intenté calmarme, pensando que mi padre estaría sano y salvo. Pero en aquellos momentos, me fue imposible.
Cuando Michael y yo cruzamos el umbral de la cocina, noté de nuevo esa sensación, aunque con mayor intensidad. Y, efectivamente, pronto pude descubrirlo todo.
A lo lejos, contemplamos como debajo de la mesa de la cocina descansaba un cuerpo. En ese momento, recé con todas mis fuerzas para que no se tratara de mi padre.
El joven príncipe me dirigió una rápida mirada y, de nuevo, noté las lágrimas en mis mejillas. El mero hecho de pensar en mi padre me inducía un penetrante dolor en el pecho.
Rápidamente, Michael y yo fuimos a socorrerle, pero ya era demasiado tarde.
El fuego había hecho desaparecer sus ropajes, y había quemado el resto de su cuerpo como si se tratara de simple comida. El rostro era completamente irreconocible. Pronto pensé en que si ese hombre no era mi padre, ¿a quién pertenecería aquel cuerpo?
Pero, por mucho que hubiera intentado alejar esa idea de mi mente, fue un simple detalle el que desencadenó la tragedia.
En el cuello del cadáver descansaba un colgante de hierro forjado con las iniciales que tantas veces había visto en cada día de mi vida. Estas letras eran RF, Reynold Final. Es decir, el nombre y los apellidos de mi padre.
Justo en el momento en que vislumbré aquel colgante, una extraña sensación recorrió todo mi cuerpo. De inmediato, noté como algo subía por mi garganta. Y entonces vomité, retirando mi rostro hacia un lado de la sala. Mientras, mi rostro se llenó de lagrimas sin poder contenerlo. Acto seguido, grité con todas mis fuerzas:
- ¡No! ¡No puede ser mi padre!- aullé como un animal-. ¡No, Dios, te lo ruego!
- Puede que no sea él, John. Tenemos que tener alguna esperanza- añadió Michael cuando una pequeña lagrima surgía de sus ojos también y me agarraba el brazo con fuerza.
Como si de un acto reflejo se tratase, retiré el brazo de Michael con fuerza, y me aparté las lagrimas del rostro. Pero, de nuevo, ellas acudieron a mis ojos:
- Si este es mi padre, juro por Dios que me vengaré de los responsables. Aunque sea lo último que haga en esta miserable vida- grité de nuevo, mirando hacia el techo.
Michael, tras mi desplante, me observó con una mirada de tristeza. Y se decidió a hablar tras un breve instante:
- Si te sirve de consuelo, cuando lleguemos a la ciudadela, organizaré ejércitos para declararle la guerra al Reino del Fuego. Les odio tanto como tú.
En ese instante escuché la frase de Michael en mi cabeza, y pensé por un momento en lo que debería responder. Porque, ahora, se me hacía muy difícil la idea de empezar nuestra travesía hacia el Palacio:
- Espera, ¿qué has dicho? No pienso ir a la ciudadela, a ayudar a un Rey que ni siquiera es capaz de proteger a su pueblo.
- Te entiendo, pero no lo juzgues tan duramente. Si hubiera sabido lo que se avecinaba, habría protegido a tu padre hasta su muerte- dijo Michael, intentando tranquilizarme.
- Entonces, ¿qué pretendes? ¿Qué después de la muerte de mi padre, vaya contigo y te ayude en tu misión?- añadí en cólera.
- Sé de sobra que eres un buen chico. Y que harás todo por ayudarme. Por eso te lo pido.
Mis ojos se fijaron en el joven príncipe y, durante unos instantes, recapacité sobre lo que me acababa de decir. Y sin decíselo, acepté su propuesta. Si algo quería mi padre, era que ayudase al Rey Polar:
- Antes de irnos necesito que me expliques algo. ¿Qué hacías en Lianel?- le pregunté mientras me dirigía una leve sonrisa.
- Solamente huía, John. Y sabía que este lugar me protegería.
- ¿De quién huías? ¿ De tus secuestradores o de los soldados de Reino contrario? Les escuché lo suficiente en la iglesia como para comprender que iban en tu busca- exclamé desafiante, esperando obtener una respuesta sincera.
- Me temo que estás hablando de las mismas personas. Mis secuestradores pertenecían al Reino del Fuego, mandados por mi madre, si es lo que quieres saber.
- ¿Pero por qué?
- Ya tendremos tiempo para que te lo cuente con detalles. Pero mi padre nos necesita ahora.
-Está bien. Aunque antes tengo que enterrar el cuerpo de mi padre. Espero que lo entiendas- añadí, apartándome de nuevo las lágrimas del rostro.
- No tengo ninguna esperanza. Es su colgante, y nunca podré perdonarme su muerte.
Tras dirigirle una profunda mirada de resignación, comenzamos a arrastrar el cuerpo por toda la casa, hasta que logramos llegar al jardín de atrás. Según habíamos avanzado por la casa, habíamos podido ver las efectos del incendio. Ya poco quedaba de la casa que conocía.
Pensé en que no tenía fuerzas para seguir viviendo, pero me recordé que mi padre querría que ayudara al Rey Polar. Y en su nombre, dedicaría el resto de mi vida a hacerlo.
Al igual que el camino por donde habíamos venido, el suelo del jardín estaba completamente helado.
Me dirigí hacia la cabaña de madera donde guardábamos comida, y saqué una pala de hierro con mango de madera. Desde la puerta de la cabaña, observé a Michael depositando el cuerpo chamuscado sobre la hierba.
El joven cogió otra pala y, juntos, comenzamos a cavar una tumba en el centro del jardín. Retirábamos la tierra como abriendo una puerta secreta, hacia la oscuridad. Y mis lágrimas, a su vez, caían con fuerza sobre la tierra ya retirada.
Me costaba pensar que mi padre no había podido enseñarme sus conocimientos sobre el funcionamiento de los helados, y que nunca más se volverían a fabricar.
Cuando terminamos la tumba, colocamos cuidadosamente el supuesto cuerpo de mi padre, y volvimos a llenar el hueco de tierra. Esta caía de nuevo con intensidad, tapando cada parte del cuerpo chamuscado de mi padre. Repetimos aquel proceso hasta que el cadáver desapareció de nuestra vista.
Y durante unos instantes permanecimos en silencio, observando la tumba improvisada de mi padre.
Ya ni notaba la gran cantidad de lágrimas que caían por mi rostro como pequeñas gotas de lluvia. Y cuando una de mis lágrimas impactaron contra la tierra, pensé que faltaba algo en aquella tumba.
Sin comunicarle absolutamente nada a Michael, me acerqué hacia la cabaña y agarré dos tablones entre mis brazos. En unos minutos, realicé una cruz con un par de clavos antiguos para hincarla en la tierra, y que así nadie profanara el recinto.
Tras colocar la cruz clavada en la tierra, comencé a caminar hacia fuera de mi cabaña. Abrí la puerta que salía hacia el exterior desde el jardín, y noté el viento chocando contra mi rostro. Los restos de lágrimas que aun permanecían en mis facciones desaparecieron por acción del viento, de una forma que no supe explicar.
Y, por fin, decidí interrumpir aquel silencio que nos había acompañado en los últimos minutos:
- Me cuesta dejarle aquí, sin protección- comenté mientras el príncipe atravesaba la puerta del jardín, que tampoco estaba en muy buenas condiciones.
- Te repito que puede que no sea él- dijo Michael-. Y si lo fuera, está muerto. Ya nada le hará daño.
El comentario del joven me hirió en aquel momento, pero pensé que tenía toda la razón. Cuanto antes asumiera todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, mejor:
- Lo siento, es que no puedo imaginar un mundo sin él- añadí.
- Te comprendo. Hace muy poco me ocurrió lo mismo- susurró Michael, parándose en seco.
- No creo. Eres príncipe, y nada te preocupa demasiado como para sufrir por ello- le solté de sopetón, sin ni siquiera pensarlo antes de hablar.
- No tengo tiempo para contarte nada. Pero no sabes absolutamente nada de mí- añadió, acercandose hacia el camino helado.
Y después de esto, de nuevo, un silencio bastante incómodo se apoderó del lugar.
Habíamos olvidado recoger mi helado, y deberíamos volver hacia el seto junto a la muralla, donde lo habíamos escondido.
El viaje de vuelta no fue tan accidentado. Caminábamos lentamente mirando al suelo, sin dejar de pensar en mi padre.
¿Habría alguna posibilidad de encontrarle vivo? Si aquel cuerpo que acabábamos de enterrar no pertenecía a mi padre, ¿quién era esa persona?
No me imaginaba que los soldados fueran capaces de fingir su muerte, solamente para hacerme sufrir. Aunque podrían utilizarlo como rehén en nuestra contra.
Tenía que dejar de pensar en este suceso, y como me había dicho Michael, considerar su secuestro.
¿Cómo me había metido en todo este lío, y en un solo día?
Lo único que sabía, es que no había ninguna posibilidad de huir de mis responsabilidades.
El helado estaba cogiendo velocidad rápidamente, mientras se elevaba hacia el anochecer.
Con suerte, llegaríamos el próximo día cuando amaneciera. Los viajes nocturnos solían ser más peligrosos. Debías conducir con precaución, evitando accidentes con otros circulantes.
Esperaba que durante el viaje no ocurriera ningún incidente. Sabíamos que alguien nos perseguía, y debíamos llegar pronto, ya que el Rey nos ofrecería la protección que necesitábamos.
Cuando ya sobrevolábamos tranquilamente la aldea de Lianel, observé el silencio y la desdicha que se había apoderado del pueblo en las últimas horas. Pero pronto Michael interrumpió mis pensamientos:
- John, por favor. ¿Qué rumores has oído sobre mi familia? Presiento que lo que me contasteis no fue lo único que sabíais.
Al escuchar aquellas palabras, pensé que no debía decirle nada al joven príncipe. No era nadie para hacerlo, y menos en ese momento:
- No sé si debo deciros nada. Vuestro padre os informará- añadí tajantemente.
- John, ¿puedes pensar en algo positivo? Yo también estoy preocupado por mi hermana, y confío en que esté bien. Tienes que hacer lo mismo- dijo, dirigiéndome una mirada de tristeza.
- Siento no ser tan optimista como usted, alteza. No quiero hablar de ello.
- Está bien , pero por favor, espero que desaparezca esa costumbre de llamarme alteza. Soy una persona como tú.
- No creo.
Y de nuevo se apoderó un silencio entre nosotros, según terminaba de anochecer y comenzábamos a alejarnos de Lianel, aunque todavía la aldea no desaparecía de nuestra vista.
Pronto me decidí a preguntarle sobre algo que había estado corroyéndome la mente desde que le conocía:
- Y, cambiando de tema. Me prometistéis contarme algo de vuestro secuestro.
- Es una historia muy larga, y no te quiero aburrir- añadió, apartando la mirada de mí.
- No creo que haya algo más aburrido que hablar con usted.
En ese instante, los dos comenzamos a reír, olvidándonos de todo lo que no había ocurrido aquel día. Y aunque la muerte de mi padre todavía me provocaba lágrimas, yo también cedí a la risa.
Rápidamente Lianel desapareció de nuestra vista, dando paso a un túnel que cruzaba el interior de una de las montañas que contemplábamos a nuestro alrededor.
En su interior, todo se encontraba completamente oscuro, y conducía a ciegas intentado no chocarme contra las paredes repletas de finos cristales de hielo. Además escuchábamos varios sonidos extraños, procedentes de un grupo de murciélagos que revoloteaban a nuestro alrededor, sin que nos percatáramos de ello:
- Alguien me salvó- susurró Michael, aunque su frase comenzó a escucharse repetidamente gracias al eco.
- ¿Cómo qué alguien le salvo? ¿ Ha decidido ya contarme su historia? Porque soy todo oídos.
- Vale, John. No es fácil contártelo. Tú tampoco me lo has contado todo.
- Creo que mi turno ya ha acabado.
- Fue una tarde de verano- dijo, mientras se concienciaba de lo que estaba a punto de hacer-. Cabalgaba por los jardines de Palacio, cuando escuché un ruido. Me bajé de mi caballo, y cuando me giré, contemplé como un hombre se acercaba. No me dio tiempo a hablar. Me golpeó y desperté mucho más tarde.
- ¿Ese hombre pertenecía al Reino del Fuego?- dije extrañado, sin girarme.
- Creo que no conseguiste escapar. Llevas cinco años desaparecido. No pudo ser tan fácil.
- Exacto. Me cogieron cuando encontré la salida, y me encerraron en una celda de mayor seguridad con varios hombres que patrullaban la zona, día y noche. Pero tuve suerte de que alguien me ayudara- respondió, mientras comenzaban a brillar sus ojos en la oscuridad.
- Ya veo, ¿cuándo me la vas a presentar?- exclamé sonriendo levemente.
- Me temo que no podrás conocerla nunca, John. Está muerta, y yo fui el responsable de su muerte.
Un rayo de luz penetró en el escueto espacio donde se encontraba. Acababa de amanecer, dando lugar a otro día de cautiverio.
Michael se levantó con torpeza evitando forzar las cuerdas, pues sus manos comenzaban a mostrar varias heridas.
No esperaba que alguien le trajera la comida, como hacían en Palacio, pero su cuerpo le reclamaba algo de alimento.
Según sus cuentas, hacía mas de tres días que nadie le traía algo de comer, y cada parte de su cuerpo se resentía ante cada movimiento que realizaba.
Pero ese día sería distinto, lo presentía. Se había levantado con esperanzas de poder huir de aquella cueva.
Escuchó el ruido de las puertas, y vislumbró aparecer a una joven con cabello moreno recogido en una extensa coleta de caballo:
- Dios mío, ¿cómo pueden tenerte así? No entiendo cómo ha podido mandarnos esto.
- ¿A qué te refieres?- dijo el joven príncipe, en el instante en que la joven se agachaba para depositar la comida.
- No sabía que estabas despierto. Siento lo que te está ocurriendo, pero no tengo permitido actuar.
- No te entiendo. ¿Quién os mandó secuestrarme?
- No pretendo que me entiendas. Pero yo nunca participaría en esto- susurró, esperando que nadie escuchara su conversación con el prisionero.
- Por favor, necesito ayuda. Y tú podrías ayudarme. ¿Cuál es tu nombre?
- No, no lo entiendo. Nadie sospecharía de ti. A no ser que dieras razones para hacerlo.
Selena observó de un lado a otro de la habitación. No había nadie cerca de donde se encontraban. Estaba en peligro ayudándole, pero no permitiría que mataran a nadie más.
La joven cogió bruscamente a Michael, cerrando sigilosamente la puerta de la celda. Nadie debía verlos u oírlos. Si eso ocurría, estaban muertos:
- Gracias, eres una buena persona. Sabía que alguien me ayudaría.
- No puedo permitir que te hagan daño. Pero si nos descubren, desearás que no te hubiera ayudado. Hay muchas medidas de seguridad, solamente para retenerte a ti. No sé por qué eres tan importante, pero tampoco me importa.
Juntos, recorrieron el laberinto de túneles que formaban la cueva.
Selena se movía automáticamente, girando por varios de los túneles por donde pasaban.
La joven se conocía aquellas cuevas como la palma de su mano y era una ventaja aunque pronto darían la alarma y tendrían que aumentar la velocidad.
Michael pensaba salir de allí como fuera. No permitiría que le encerraran de nuevo en aquella celda.
Selena continuaba andando, sin decir ninguna palabra a su acompañante, y éste no podía aguantar aquello.
Quedaban pocos metros para llegar a la salida, pero en aquel momento, sonó la alarma.
El sonido se difundía por todas las cuevas, y varios bandidos corrían por todos lo túneles.
Selena y Michael, agarrados de la mano, huían de aquel lugar, sin mirar atrás.
Varios animales salían de sus escondites, observando a los jóvenes con asombro.
Pero Selena se paró en seco cuando llegaban a la salida, donde entraban varios rayos de sol:
- No puedo seguir más allá. Toma esto- le dijo, tendiéndole un bolsa de piel.
- ¿Qué es esto?
- Mucha gente te busca. Con este disfraz de bandido podrás burlar a esa gente. Te sorprendería saber cuanta gente pretende matarte.
- Tienes que decírmelo, Selena. Si no conozco su identidad, me encontrarán antes- suplicó a la joven bandida.
- En tu ausencia, se ha creado una alianza entre tu madre y el Reino del Fuego. Es lo único que puedo contarte. Pero si no te marchas, pronto averiguarás más de lo que quieres.
- No puede ser. Mi madre me odia, pero no puede haber hecho esto.
- Lo siento, me tengo que ir, o me descubrirán- susurró la joven, preparándose para su retorno.
Michael agarró con fuerza a Selena, y atrajo su cuerpo hacia el suyo. En ese momento, acercó sus labios, y la besó:
Selena corrió de nuevo hacia las cuevas, perdiéndose de nuevo en la oscuridad, mientras el príncipe se alejaba hacia el exterior.
Pero algo le detuvo.
Dos tiros sonaron en uno de los túneles, y le siguió el grito agonizante de Selena.
Sin echar la vista atrás Michael huyó, corriendo entre los campos que rodeaban la cueva.
Ella estaba muerta, y había participado en ello. Y nunca pudo olvidar el sentimiento que tuvo, al dejarla morir.
Salimos del túnel, mientras Michael terminaba de contar la historia:
- No la rescaté. Ni siquiera di media vuelta- dijo, agachando la cabeza.
- No fue tu culpa. Ella arriesgó su vida al ayudarte, pero murió con honor. Y te salvó de una muerte segura.
- Pero, ni siquiera me giré a socorrerla. Huí como un cobarde, sin importarme lo que le pasara. Y no sabes cuánto lo siento- sollozaba, sin dejar de pensar en sus actos de aquel día.
- Tienes que dejar de pensar en ello. Lo que no puedo entender es, ¿ por qué mandó secuestrarte tu madre?- pregunté. No sabía demasiado de la relación entre la familia real. Pero que una madre mandara secuestrar a su hijo no era lo más normal.
- A mí no me extraña demasiado. Renegó de mí desde el primer momento, al igual que sucedió con mi hermana. Pero por algo que desconozco le hizo interesarse por cada uno de sus movimientos, en secreto.
- No te preocupes. No volverá a haceros daño, ni a ti ni a tu hermana- dije, mirando fijamente al horizonte.
- Ya estás de nuevo con los secretos. Deja de fingir, John. Lo sé todo.
- ¿De qué estás hablando?- exclamé, girandome hacia el príncipe.
- He estado huyendo durante varios meses, antes de acudir a Lianel. Además, he oído algunos de los rumores. Y sé que mi madre ha muerto.
- No me lo esperaba. Pero ya que lo sabes, no sé qué más te puedo contar. No sé absolutamente nada relacionado con tu hermana.
- Pues tendremos que averiguarlo. Espero que si el rumor es cierto, mi padre pueda ayudarnos a hacer algo.
Aunque habíamos salido al exterior, la visibilidad era similar a la del túnel que anteriormente habíamos traspasado.
La única luz que nos permitía conducir era la desprendida por las estrellas que descansaban en lo alto del cielo.
El helado volaba prácticamente a ras del suelo. Las ramas de los árboles se acercaban peligrosamente hasta nosotros.
Michael, distraído, se giró hacia detrás, y una de las finas ramas cortó levemente su mejilla, empezando a brotar sangre de ésta:
- ¡Mierda!- gritó acercando su mano a la herida, y limpiando la sangre que se acumulaba.
- Son heridas de guerra, príncipe. No debes preocuparte por eso.
- Te estás volviendo un poco cargante, ¿no crees, John?- añadió, mostrando por primera vez la arrogancia propia de los de su clase.
- Sabía que pronto sacarías a relucir tu carácter arrogante. Sois todos así. Espero que guardes esas costumbres. No quiero acabar decapitado al intentar desafiarte.
- Dejemos el tema. Tienes razón, y tengo que aprender a respetarte, si vas a ayudarme- añadió asustado, mirando fijamente a los árboles que nos rodeaban.
- ¿Estás asustado? No hay por qué temer. Es de noche, y es normal que se escuchen ruidos extraños.
- No estoy asustado, John. Es que noto como si alguien nos estuviera espiando.
- Si es eso lo que te preocupa, intentaré salir antes de este bosque- dije, aumentando la velocidad del helado.
En ese momento, poco trayecto nos separaba de nuestro destino. El viaje había pasado sin que nos diéramos cuenta, gracias a las conversaciones que habíamos mantenido. Pero era cierto que este bosque me hacía sentir extraño.
Cuanto antes saliéramos de éste, más pronto llegaríamos a palacio.
Este viaje nos había servido para pensar en lo que nos deparaba a continuación, algo que no nos imaginábamos.
Llevaba varios días sin dormir, y esperaba no caer rendido en lo que quedaba de trayecto. Desconocía si Michael sabía conducir un helado volador. Le había visto montado en él, cuando intentó robármelo. Pero eso no significaba que pudiera salir airoso de aquel bosque.
Pero pronto el sueño surgió su efecto. Mis ojos comenzaron a cerrarse sin que pudiera evitarlo.
Me sumergía en una especie de trance, en la que oía a lo lejos la voz de Michael, que me costaba reconocer.
- Vienen hacia vosotros. Os persiguen. ¡John, tienes que huir!- susurraba angustiada.-. ¡Sálvale!
La voz se fue convirtiendo en una imagen que surgía dentro de mi mente.
Ante mis ojos, apareció una joven de cabellos rubios que se movía lentamente en mi dirección. De repente, sus ojos azules como el mar se tornaron rojos.
Dentro de éstos, varios soldados del Reino del Fuego volaban a toda prisa por el bosque donde nos encontrábamos el príncipe y yo:
- No tienes demasiado tiempo. Vuestra vida corre peligro. ¡Huid antes de que sea demasiado tarde!- esta vez la joven gritaba mientras miraba a los extremos del espacio donde se encontraba.
- ¿Pero, quién eres? Y, ¿qué quieres de mí?- añadí, todavía en trance.
- Te estoy esperando, John. ¡Volveremos a vernos!- gritó de nuevo, mientras la imagen se desvanecía de mi mente tan rápido como había llegado.
Esta vez, una nueva imagen surgió ante mí. Mi vista conducía por varios túneles que no podía reconocer. Iba tan rápido, que no me permitía contemplar ningún detalle.
De repente, la imagen se paró en seco, y se fue acercando lentamente al centro de la sala.
Había una lápida, aparentemente de hielo, perfectamente colocada en una zona circular rodeada de antorchas.
En su interior, descansaba una joven. Era la misma que me había advertido del peligro que se cernía sobre nosotros.
Estaba durmiendo tranquilamente, mientras el hielo subía lentamente por sus extremidades, helándolas una a una, sin que la joven se percatara de ello.
En ese instante, se despertó, y comenzó a tocarse el vientre, de donde surgía abundante sangre, manchando su vestido.
Observó el exterior, y comenzó a aporrear fuertemente la lápida de hielo, sin descanso.
Pero, una leve llamarada de fuego surgió de su mano, y desapareció al instante.
El hielo seguía avanzando, hasta que alcanzó su corazón, y la joven se desmalló.
La imagen comenzó a dar vueltas, hasta que desapareció.
No podía dejar de pensar en su parecido con Michael.
¿ Y si fuera la princesa Sophie, y me estaba mostrando exactamente lo que le ocurrió?
Abrí los ojos, recuperando la vista de donde nos encontrábamos.
- John, ¡despierta!- exclamó, dándome varios golpes en la cara.
- ¿Qué queréis, príncipe?- dije, incorporándome, y cogiendo los controles del helado.
- ¿Estás loco? ¡Te has dormido!
- Si te dijera lo que me ha pasado, no me creerías. Hazme caso.
- Prueba. No creo que vaya a oír nada diferente a lo que hemos pasado hoy.
- Creo que tu hermana me ha hablado. Es increíble, pero me ha dicho que huyamos y que alguien nos persigue. Y he visto quiénes nos persiguen. Son varios soldados del Reino del Fuego, y nos tienen ventaja. Si seguimos conduciendo a esta velocidad, nos capturarán:
- John, creo que las bromas terminaron hace una media hora, ¿no?- añadió, sin hacer mucho caso de mis palabras.
- Cree lo que quieras, príncipe. Pero te estoy diciendo lo que he visto.
- Sí claro, John. Y las ranas...- pero algo detuvo sus palabras.
Varios helados voladores surgieron ante la esquina que acabábamos de cruzar, e iban directos hacia nosotros.
- ¿ Qué decías, Michael? ¿ Qué las ranas, qué?- exclamé irónicamente.
- John, tenemos que hacer algo. Se están acercando a nosotros.
En ese instante, apreté al máximo la velocidad, y mi helado salió disparado.
Michael se agarraba torpemente a las pieles que actuaban de asientos.
Eché la vista atrás y contemplé como los soldados que nos perseguían también habían aumentado la velocidad.
Aún faltaba trayecto para alcanzar el Castillo. Estábamos totalmente perdidos.
No había esperanza.
Vislumbré cómo el bosque estaba llegando a su fin, conectando a lo lejos con la ciudadela, gracias a un puente de larga longitud.
Aun así, algo se cruzaría en nuestro camino.
Un rayo descendió hacia el bosque, y destruyó uno de los árboles que íbamos a alcanzar.
Los soldados seguían lanzando rayos desde su posición.
Y el árbol que había alcanzado el rayo se cruzó en nuestra trayectoria.
Pude evitarlo fácilmente, pero Michael no tuvo la misma suerte.
El joven, distraído mirando a nuestros oponentes, no se percató de lo que se cernía sobre él, y no pude evitarlo.
El árbol chocó fuertemente contra la cabeza del príncipe, y cayó del helado, agarrándose a las pieles que nos sujetaban:
- ¡John, por favor! ¡Ayúdame!- gritaba angustiado, mirando la distancia a la que se encontraba del suelo.
El bosque terminó, y pronto entramos en el puente de madera, que conducía a la entrada de la ciudadela.
Los soldados nos pisaban los pies. De repente, uno de ellos se giró mirando directamente a Michael.
Sacó rápidamente su arco junto a varias flechas ígneas, similares a las que habían destrozado mi cabaña, asesinado a Billy, y puede que a mi padre.
La flecha se disparó hacia Michael, e impacto en su pierna, mientras éste gritaba de dolor.
Saqué mi arco, y lancé varias flechas heladas directas a varios de los soldados.
En un instante, éstos fueron cayendo al vacío, gritando y gritando; y produciendo eco, que repetía sus súplicas varias veces.
Pero aún quedaban varios helados que conducían cerca de nosotros.
Varias flechas viajaban hacia nuestra posición. No podía hacer nada para salvar nuestras vidas esta vez.
Sin embargo una luz cegadora nos cubrió, sorprendiendo a nuestros oponentes y produciendo que todas las flechas rebotaran, y cayeran al vacío, junto a los cuerpos de varios soldados:
- Os he salvado esta vez. Pero mi poder está desapareciendo. No podré salvaros más veces- susurró en mi oído la voz de la joven princesa-. ¡Por favor, necesito vuestra ayuda! ¡Estoy en grave peligro! Y no os queda mucho tiempo.
Me giré extrañado, pero no había rastro de vida humana a nuestro alrededor.
No podía creer que la princesa Sophie me estuviera hablando a mí.
En cada momento que había acudido a mostrarme algo, notaba una gran conexión. Una conexión que recordaría el resto de mi vida.
A lo lejos, contemplé la gran superficie que se cernía sobre nosotros.
El palacio del Rey Polar, formado por hielo que brillaba a la luz del amanecer, nos depararía varias sorpresas, que estábamos a punto de descubrir.
Q perfeccion al escribir por dios nunca había leido nada parecido jaja ia lo sabes q soy tu fan numero 1 y de michael , el mejor del mundo jaja
ResponderEliminarBueno famosete ya sabes no dejes de escribir y ya veras como conseguiras tu sueño y si no ya estoy yo aqui para conseguirlo pekeñin !! TeeQ
muchas gracias martiss. Jajaja. Algun dia aprenderas a querer a John,espero :)Y si soy famoso, k no creo, seguire keriendote y llevandote a mis fiestas.Y si no tengo exito, tu te encargaras de ello: liandote con el editor jaj;)
ResponderEliminarjajaja pero k cerdo eres ya lo sabes q conmigo lo tienes facil pork m voi a casar con zaquito asi k la fama asegurada ;) nos compraremos un atico en new york y haremos fiestaas vale?? jhajajaj con todos los famosos del mundo yeaaaah
ResponderEliminarestas como una cabra jaja!! mis seguidores se van a asustar!! XD
ResponderEliminarSencillamente magnífico :) Primero, tenemos la duda de si el padre de John está muerto o no. Luego, el príncipe Michael que es mono, arrogante y un poco ingenuo, todo al mismo tiempo, y que va y pierde a su chica. Y luego ¡Pobre John! ¡No le puedes matar a su padre! Y la reina, ¿no ha muerto, verdad? ¿Es sólo una estratagema para hacerse con el poder, no? ¡Y pobre Sophie! En serio, ¡Qué la salven ya! En fin, como puedes comprobar, me ha gustado mucho. Chico, tienes talento. Espero ansiosa el próximo capítulo, ¡Un beso!
ResponderEliminarmuchísimas gracias Athenea, en serio. Ya sabes que me alegras con tus comentarios. Y ver que te gusta tanto y que me dices esas cosas.... en serio no se como agradecerlo. Ademas le estas dando muchas vueltas a las cosas eh?? jajaja
ResponderEliminarPues a la princesa Sophie van a tardar en rescatarla.... es el tema del libro jaja pero no al final... ia sabras segun avance ;) GRACIAS
Bueno, por fin terminé de leerlo!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, aunque sigo creyendo que haces capítulos enooormes xDD
De todas formas, a ver si publicas pronto el próximo :) Me ha gustado la pareja Selena-Michael, jo, podrías resucitarla *W*
Un besoª
muchas gracias diana! jaja. Y si, mis capítulos son como los de un libro normal. Así que tendré que dividirlos jaja porque os dan las uvas al leerlo :)Pues, siento mucho que te guste Michael y Selena, porque va a haber otro personaje interesado por Michael ;)
ResponderEliminarnooo porfavor!
ResponderEliminarMás vale que la hagas ADORABLE, me entiendes? porque sino...
Jope, yo quiero a SElena! (Bueno, y a Michael xD)
jajajajaja no te preocupes que el personaje interesado por Michael creo que te va a caer muy bien, hazme caso..... y me alegro de que te encante michael ajja
ResponderEliminarA mí también me encanta Michael, voy a meterme en la historia y a raptarle:$ jajaja y ya de paso liquido a John (pobre, pobre, pobre [x3] jaja) no sé que tengo en contra suyo:)
ResponderEliminarTenías razón me ha gustado mucho ^^ a ver si subes los siguientes que me quedo sin lectura y con intriga^^ La reina tiene que estar viva, tiene que estarlo ö
Que escribes muy bien :D que me gusta tu histria mucho ü :D:D
muchiisimas gracias NO TENGO MAS QUE DECIR :)
ResponderEliminarwow ! chacho historia ! me gusto te sigo !
ResponderEliminarhttp://www.motivaland.blogpsot.com espero que hagas lo mismo !
PD: no vi tu comentario xD
Saludos!
;D AHHHHHHH por fin he podido leerme todos los capitulos y me he quedado :o :D tengo unas ganas del siguiente capitulo , de saber que pasara con sophie ;D la verdad es que me encantan ambos chicos ,D son tan cukis XD ;( Yo creo que la reina sigue vivia ¬¬ maldita furcia y me dio una pena michael :( pobre selene ¬¬ aunque no me gusto eso de que lo besara ¬¬ ;D en fin que me da a mi tambien que el padre de john no esta muerto :D AINSSSSS quiero leer mas UN besazo
ResponderEliminarya te lo he dicho MILES DE GRACIAS
ResponderEliminarDios q interesante lo has dejao!!!!!!! q cruel, no??? jummmm... a ver cuanto tardas en subir el siguiente!!!! q lo kiero ya!!!!! ¬¬
ResponderEliminarjajajaja me alegro de que te haya dejado con la intriga, y no te preocupes que no tardare en colgar el 4 ;)
ResponderEliminarYa veo que tienes tus registros. Lo conseguiste,¡¡Enhorbuena!!
ResponderEliminarmuchas gracias sin ti no lo habria sabido hacer :)
ResponderEliminarHola, soy Adol. Tal vez me recuerdes de comentarios anteriores como en el capítulo uno o en el capítulo dos. Ahora en serio. La historia según veo yo ya va cogiendo el ritmo para ir enganchando. Me ha gustado la persecución por el aire y el llamamiento de la princesa. Todo eso lo reflejas con claridad aunque tienes algunas palabras fallutas pero no pasa nada, se pueden corregir.
ResponderEliminarya va cogiendo esto vidilla!!! Si te digo la verdad John y Sophie me recuerdan muuucho muchísimo a Eragon y Arya, no se si has leido el libro, porque si sólo has visto la peli, te recomiendo que no te guíes por ella, porque, desde luego, no tiene nada que ver... Bueno, a lo que iba, que me enrollo.. que eso, me recuerdan a Eragon y Arya, y eso me gusta, porqe Eragon es uno de mis libros preferidos!! Bueno, voy a por el siguiente capitulo!!
ResponderEliminarCoencido con nyx! va cogiendo vidilla ajajaj
ResponderEliminarestare mucho mas pendiente a partir de ahora.
Beoss