-¿Qué eres quién?- pregunté, incorporándome sobre la hierba.
Cuando recapacité sobre lo que acababa de escuchar, creí estar soñando por un momento. Y pronto, sin que el joven respondiera a mi pregunta, comencé a hablar de nuevo:
- Eso imposible- añadí de nuevo, nervioso e intentando apartarme de aquel bandido que seguramente venía a hacerme daño.
Entonces, y sin que permitiera de nuevo cualquier frase procediente del joven, empecé a soltar por la boca frases con no demasiado sentido:
- Me estoy volviendo loco- miré de un lado a otro de la salida del bosque, y pensé por un momento en salir corriendo. Pero aquello no sería demasiado valiente, pensé-. De verdad, nada de lo que me ha ocurrido hoy es normal. Tengo que ir al médico.
Antes de que pudiera volver a hablar, el bandido me interrumpió con sus palabras:
-Tranquilo. No te ocurre nada. Te estoy diciendo la verdad- dijo mientras me observaba preocupado.
-No puede ser. El príncipe no puede estar en Lianel. Deberías estar...- y entonces me callé, con miedo a ofenderle.
-¿Capturado, ibas a decir? Logré escapar, y he venido al único lugar donde sé que estaré a salvo.
-Pero, ¿cómo has llegado?- comencé a susurrar, temblando-.Y, ¿qué hacías robando mi helado?
-De momento, intenta recuperarte. Por poco mueres en aquel río. Si no hubiera sido por mí, estarías en el fondo del río, helándote.
-Sí, y si no hubiera sido por ti, mi vida aun seguiría siendo normal, y el suelo del río no habría crujido- dije, aumentando el tono de voz.
-Bueno, cálmate. ¿Quién eres?- preguntó, mirándome fijamente con sus ojos azules.
-Soy John Final, hijo de...
-¿Eres el hijo de Reynold ? No puede ser.
-Me temo que sí puede ser. ¿Le conoces?
Cuando terminé la frase, me levanté completamente del suelo del bosque, y centré mi vista hacia mi cabaña, que se vislumbraba relativamente cerca a donde nos encontrábamos:
-¿Quién no le conoce? Además, es el mejor amigo de mi padre, por si no lo recuerdas.
-Sí, bueno- dije, obviando su comentario-. ¿Quieres verle?
En ese instante emprendimos el trayecto hacia mi hogar, lentamente. Michael me seguía de cerca, intentando no tropezarse con algunas piedras del camino:
-Por supuesto. He venido para verle solamente a él.
Juntos, dejamos atrás la salida del bosque, que ya no volvería a ser cruzada, después de la destrucción del río helado. A no ser que fuera a nado. Y visto lo visto, nadie se atrevería a zambullirse en aguas tan gélidas.
Al llegar a mi cabaña, abrí rápidamente la puerta. Pero Michael se chocó contra ella, al intentar arrastrar el helado dentro de la cabaña:
-Anda, déjalo fuera. No pretenderás entrarlo en la casa.
-No, no. Espera.
Correteando, salió de la cabaña y apoyó el helado contra la pared de madera. Después de esto, volvió a la entrada y me siguió nervioso por los pasillos de mi hogar.
Mi casa estaba tal y como la había dejado, aunque tampoco había pasado demasiado tiempo.
Esperaba que mi padre estuviera en casa. Necesitaba verle para solucionar todo lo que me estaba ocurriendo. Y pronto descubrí donde se encontraba, sin necesidad de buscarlo.
Y fue al escuchar un grito de furia procedente de mi padre. Seguramente ya estaba peleándose con la tostadora, como siempre:
-Pero, ¿cómo va esto? ¿Dónde inventan estas cosas?
A lo lejos del pasillo, mi padre golpeaba la tostadora intentando encenderla. Siempre le ocurría lo mismo, y yo le ayudaba la mayor parte de las veces. Me aproximé sigilosamente hacia el y le hablé, sonriente:
-Hola, papá, ¿qué te pasa? ¿Discutiendo con la tostadora?-le dije mientras él permanecía anonadado mirándome.
-Papá, me estás ahogando- susurré, intentando apartar sus brazos de mi cuello.
-Lo siento, hijo. Creía que no volvería a verte más.
-Pero si me acabo de marchar. Y no he venido a quedarme. Ha ocurrido algo muy importante que debes saber. Alguien ha venido a verte.
En ese momento, Michael apareció en la cocina, nervioso, y se dirigió hacia mi padre:
-Reynold, como te he echado de menos-añadió cuando comenzó a abrazarlo.
Mi progenitor no daba credito a lo que veían sus ojos, pero eso no fue escusa para lanzarse a los brazos del joven:
-¿Príncipe? ¿Es usted? No puedo creer lo que esta sucediendo. Gracias a los dioses que está vivo.
-Sí, Reynold. Estoy bien. Y, por favor, llámame Michael. Sabes de sobra que eres parte de la familia.
Y antes de que pudiera percatarme, mi padre ya lloraba de felicidad. Estaba claro que nunca se habría esperado que Michael estuviera vivo.:
-Bueno, estoy aquí- añadí, interrumpiendo aquel momento-. Creo que mi padre quiere saber qué ha pasado, Michael.
-Sí, hijo. Lo siento. Es que hacía mucho que no veía al príncipe, como sabrás. Y es un milagro que haya logrado escapar de sus secuestradores.
-Padre, te voy a contar lo ocurrido, pero es una historia bastante...
-John, cuéntala- me dijo Michael, confiado.
-Cuando me dirigía a por mi helado, este no estaba. Y pronto descubrí que el príncipe me lo había robado.
Enfurecido, corrí tras él. Pero, increíblemente, el suelo del bosque crujió, y no pude evitar mi caída. Y, por suerte, Michael logró sacarme antes de que muriera.
-Gracias de nuevo, príncipe- murmuró, agradecido-. Aunque no puedo comprender la razón de que el hielo haya desaparecido. Algo está ocurriendo en el reino.
-Lo sé, padre. Recuerda que el Rey necesita nuestra ayuda. Se lo tenemos que contar a Michael- le susurré a mi padre, convencido de que el príncipe necesitaba saber los rumores que corrían por el Reino.
Reynold me miró fijamente, y afirmó desconsolado:
-Lo siento, Michael. Los rumores que corren por el reino están relacionados con tu hermana, la princesa Sophie. No sé si quieres saberlo- dije, con miedo a su reacción.
-John, habla ya. Necesito saber todo lo relacionado con mi hermana. La quiero demasiado.
-Tu hermana, probablemente, está desaparecida, y según dicen, hay muy pocas posibilidades de que esté viva.
En ese mismo momento, la mirada del joven cambió completamente. Acto seguido, se derrumbó y cayó al suelo mientras comenzaba a llorar desconsoladamente:
-Era la única persona que me quedaba-exclamó, abatido-. ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?
-Michael, cálmate. También hay probabilidades de que esté viva. No pierdas la esperanza- le dije cuando intentaba levantarle del suelo de la cocina-. El Rey ha pedido mis servicios en la ciudadela. Tienes que venir conmigo para averiguar todo lo relacionado con este suceso.
-Está bien, iré contigo- añadió, incorporándose del suelo de madera-. También necesito ver a mi padre. Él nunca me ha fallado y no puedo dejar que siga sufriendo por mí.
Mi padre, concienciado de que, de nuevo, tendría que despedirse de mí, habló con tristeza:
- Espero que vuelvas pronto, hijo mío. Ayuda a mi viejo amigo todo lo que puedas. Y aseguraos de enteraros de todo lo relacionado con Sophie.
- Tenlo por seguro- le dije, sonriente-. No te fallaré.
- Confío en ti, hijo- susurró-. No puedo creer que la joven princesa esté muerta. No puede ser posible- añadió de nuevo mi padre mientras nos despedíamos por última vez.
Esta ocasión fue incluso peor que la anterior. Reynold me sujetó entre sus brazos, y comenzó a llorar de emoción. Pero sabía que era mi obligación dejarle, por mucho que me doliera. Pasados unos instantes, solté el cuerpo de mi padre y le indiqué a Michael con la mirada que debíamos irnos.
Recogimos las cosas que habíamos dejado sobre la mesa de la entrada, y salimos al exterior, donde seguía nevando.
No podíamos esperar, así que decidí despegar el helado justo en la entrada de la casa.
Éste comenzó a elevarse rápidamente, a la vez que Michael y yo nos subíamos a los asientos improvisados con mantas de piel.
Pronto nos encontrábamos sobre los árboles del bosque, que se llenaban de nieve vertiginosamente.
Teníamos que conseguir más altitud para poder dirigirnos hacia el palacio del Rey Polar. Eso siempre era un impedimento para los helados voladores, ya que no podría servir como vehículo de huida, debido a su lentitud de despegue.
Según cogíamos altitud, sentí que algo, no sabía que, nos impediría salir de Lianel dentro de escasos minutos. .
Olvidándome de aquel presentimiento me fijé en el príncipe. Michael observaba las nubes atentamente, algo deslumbrado con su belleza:
-John, mira eso. Algo se está moviendo en nuestra dirección.
-¿Qué ocurre, Michael? Yo no veo nada.
-Mira fijamente a esa dirección- me dijo mientras señalaba un lugar entre dos nubes.
-Ya lo veo. No hay porque alarmarse. Mucha gente recorre Lianel todos los días.
Aquel móvil se movía entre las nubes, sorteando la nieve. Y se estaba acercando a nosotros.
Salió de la niebla que le cubría y pudimos reconocer lo que se nos aproximaba.
Dos helados voladores se dirigían hacia Lianel. Pero sus conductores no pertenecían al Reino Helado, sino al del Fuego. Además estaban armados con varios arcos de flechas ígneas:
-No pueden vernos. Escondámonos-le susurré a Michael.
Y, sin que él pudiera decir lo contrario, conduje el helado hacia la parte trasera de uno de los árboles, que con suerte, nos ocultaría de la vista de aquellos soldados.
Éstos ni siquiera se detuvieron, ya que conducían a toda velocidad hacia la pequeña aldea.
En un instante, los soldados comenzaron a menguar la velocidad, y a descender hacia el camino que conducía a Lianel.
Tras aterrizar, aparcaron sus helados detrás de un pequeño seto recubierto de hielo, y prosiguieron su camino.
Pero de repente, ocurrió algo que no nos imaginábamos y que cambiaría completamente la situación.
Los dos soldados sacaron sus arcos al unísono, y lanzaron dos flechas hacia Billy, que descansaba tumbado en su silla de madera.
Las dos flechas ígneas impactaron en el cuerpo del protector de la muralla antes de que pudiera pedir socorro a los aldeanos.
De su cuerpo comenzó a brotar sangre mientras éste abría los ojos alarmado mirando a los alrededores.
Los dos soldados salieron del seto donde se escondían, y traspasaron la muralla de piedra, dejando atrás el cuerpo inerte de Billy:
-¡No! Billy no puede haber muerto. Tenemos que evitar una catástrofe-dije, a la vez que caían pequeñas lagrimas de mis ojos impactados.
-John, tú mismo me has dicho que no nos pueden ver. No podemos hacer absolutamente nada. Aunque me resisto a la idea de abandonarlos.
-Pues resístete a esa idea absurda porque no voy a dejar morir a toda mi gente.
Arranqué el helado, y salimos del árbol directos a la entrada de Lianel.
Esta vez ni las limitaciones de mi helado fueron capaces de parar mi ansia de venganza, y pronto aterrizábamos en la entrada de la muralla, junto al cuerpo de Billy, que seguía expulsando sangre hasta después de muerto.
Me agaché y, junto a Michael, arrastramos el cadáver hasta detrás del seto de donde habían salido los soldados del Reino del Fuego.
Aun así, no podíamos demorarnos. Aquellos hombres podían estar en estos momentos asesinado a más gente.
Sin pensarlo dos veces, entramos en Lianel, no sin antes cerciorarnos que la entrada estaba libre.
En el instante en que Michael y yo cruzamos la gran puerta de madera, vislumbramos como la calle del pueblo estaba totalmente desierta, como un pueblo fantasma. Las calles que hace menos de dos horas habían estado totalmente llenas de aldeanos, se encontraban ahora como si un huracán hubiera arrasado Lianel.
Los puestos de la pequeña calle comercial estaban completamente destruidos y tirados por los suelos. Fruta, verdura y todo tipo de alimento había desaparecido de los puestos y descansaba ahora en el suelo.
Deseaba con todas mis fuerzas que eso no significara nada malo.
Traspasamos cada una de las puertas de las cabañas, y todas estaban vacías, como si nunca hubieran sido habitadas por nadie.
Este tema estaba superando las barreras de lo creíble. Algo realmente grave tenía que haber sucedido en esos pequeños momentos en lo que habíamos estado escondidos:
-Michael, tenemos que dividirnos. Puede que así encontremos algo o a alguien.
-Está bien, John. Pero ten mucho cuidado. Esa gente es muy peligrosa, y no dudará en matarte.
Michael se fue hacia a iglesia, mientras que yo avanzaba por la calle comercial hasta el pequeño almacén de mercancías que se encontraba a las afueras de pueblo.
La calle seguía estando vacía. Y , de repente, pensé en Mary. ¿Se encontraría bien o, por el contrario, estaba desaparecida como el resto de la población?
Tenía que comprobarlo. Si había alguna esperanza de que estuviera viva, tenía que buscarla.
Salí corriendo retornando al lugar donde nos habíamos separado, y me dirigí a la calle que llevaba a la iglesia, y donde se encontraba el callejón que conducía al herbolario de Mary.
Subí por las escaleras metálicas del herbolario, sorteando cada una de las cosas que se encontraban tiradas en el suelo.
Cuando estuve en la segunda planta, busqué por todos los armarios en busca de algún ápice de vida, pero no encontré nada que me indicara la situación de Mary.
Bajé de nuevo a la primera planta, y decidí ir a buscar a Michael.
Pero entonces, escuché un ruido en algún lugar del herbolario y me giré extrañado.
Me acerqué a la puerta, y esta se cerró de inmediato, antes de que pudiera decidirme a salir.
Alguien se movía de un lado a otro. Algo raro estaba ocurriendo. Esa persona estaba intentando esconderse.
Cuando pude cerciorarme, la planta baja se estaba llenando de niebla, que impedía poder ver a más de un pie de donde te encontrabas.
Y entonces, pude escuchar cómo alguien se estaba aproximando hacia mí.
Tenía que huir, y cuando me acerqué a la puerta, aquella persona me cogió por detrás haciéndome entrar de nuevo en el herbolario.
Me giré para reconocer a mi agresor, pero éste me sorprendió al propinarme un buen puñetazo en la cara, que me dejó inconsciente en el suelo lleno de tierra.
Michael avanzaba por el camino que conducía a la iglesia a toda prisa, revisando cada casa en busca de alguna persona que pudiera ayudarle.
Pero, al igual que las anteriores, cada una de ellas parecía deshabitada desde hacía varios años.
De repente escuchó cómo alguien corría a toda prisa en dirección a la calle donde se encontraba.
Puede que fuera uno de los aldeanos, pero también había posibilidades de que uno de los soldados del Reino del Fuego estuviera buscándole.
Así que decidió esconderse en una de las casas vacías.
Entró y no tuvo tiempo para pensar, ya que los pasos cada vez se escuchaban más cerca de donde se encontraba.
Se escondió rápidamente en un armario, que por suerte estaba vacío, y observó como alguien aparecía corriendo en dirección al callejón.
John estaba encerrado, pero no podía hacer absolutamente nada para salvarle si estaba en peligro.
Subió de nuevo las escaleras que conducían a la calle, y comenzó a avanzar hacia la iglesia, que se veía a lo lejos de la calle totalmente repleta de nieve.
La iglesia era un edificio bastante grande que terminaba en una gran torre en forma de pico con una veleta, que en ese momento, se movía frenéticamente de un lado a otro debido al aire que sacudía la aldea.
Pronto llegó a las puertas de la iglesia, que se encontraban entornadas. De su interior provenían ruidos de personas que se movían de un lado a otro de la sala.
Dudó unos instantes, pero pronto decidió lo que debía hacer. John estaba arriesgando su vida por su familia, y él debía hacer exactamente lo mismo.
Michael entró sigilosamente en la estancia, iluminada por varias velas alrededor del altar, donde varias personas lloraban incansablemente.
Alrededor de ellas estaban los soldados que anteriormente habían asesinado al protector de la muralla.
Parecían estar invocando algo, al recitar varios versos en idioma antiguo.
A continuación, el joven contempló desde la oscuridad de una de las columnas como aparecía un gran portal repleto de fuego que aumentaba su superficie, a la vez que los soldados terminaban su encantamiento.
En el momento en que los soldados finalizaron el canto, uno de ellos cogió con fuerza a algunos de los aldeanos, y comenzó a arrastrarlos hacia el portal.
Estaban secuestrando a la población, y no podía imaginar a donde pretendían llevarles.
En su situación, no podría salvar a los aldeanos. Tenía que buscar a John antes de que fuera demasiado tarde.
Se descubrió ante los soldados, mientras comenzaba a correr en dirección e la salida de la iglesia.
Abrió rápidamente la puerta que había cerrado al pasar, pero uno de los soldados le miraba fijamente desde el exterior de la iglesia.
Estaba acorralado. No tenía otra opción. Tendría que luchar contra ellos si quería salir con vida de aquel lugar.
El soldado le empujó de nuevo dentro de la iglesia, en el instante en que su compañero se acercaba a la salida.
Michael sacó su espada de la funda de piel donde se encontraba y fulminó con la mirada a sus oponentes:
- Veo que estás dispuesto a luchar, aldeano. Pues será mejor que aceptes tu derrota, si no quieres morir sufriendo- le dijo uno de los soldados al desenvainar su espada.
- Yo también veo que no sabéis quien soy.
-Eres un aldeano mugriento. No eres importante para nosotros.
-Creo que vuestro amo no os ha informado de lo que debería- susurró el joven príncipe, dirigiéndoles una mirada penetrante.
- Yo soy quien buscáis y será mejor que seáis vosotros quienes empecéis a temerme si estáis dispuestos a retarme en un combate- añadió el joven mientras se preparaba para luchar, pensando solamente en alcanzar la victoria.
Un gran dolor me despertó. Comencé a abrir los ojos lentamente, ya que se encontraban repletos de tierra como consecuencia de mi caída.
Cuando recuperé mi visibilidad, intenté levantarme pero alguien lo evitó:
-Lo siento, cariño. No quería hacerte esto, pero no sabía que eras tú.
Reconocí en un instante la persona que me hablaba. Era Mary y, por suerte, estaba viva.
-Sólo vine a buscarte. Estaba preocupado por ti. ¿Qué está pasando? El pueblo está completamente vacío- añadí en el instante en el que comenzaba a levantarme del suelo húmedo.
Mary asintió con tristeza.
-No sé exactamente qué está sucediendo. Sólo sé que estamos viviendo la mayor desgracia de estos últimos años.
-Mary, dime qué ha pasado- dije, agarrándole los brazos con fuerza.
-Cuando estaba llegando el atardecer, dos soldados entraron en la aldea. Nos extrañó pero no le dimos demasiada importancia, hasta que averiguamos de donde procedían. Todo el mundo comenzó a huir de ellos, pero no fuimos demasiado rápidos. Nos capturaron a todos, aunque en un momento de distracción, logré escapar y me escondí en el armario de la planta de arriba hasta que llegaste. Al no encontrarme, desistieron, y llevaron al resto de la población a la iglesia. Es lo único que pude ver.
-Tenemos que hacer algo. Michael está fuera buscando a los demás e iba en dirección a la iglesia.
- Te acompañaré. Te seré de utilidad- comentó mientras los dos abríamos la puerta del herbolario.
-Está bien, pero no te separes de mí. Esa gente es muy peligrosa.
Salimos al exterior y cerramos la puerta lentamente. El mínimo ruido les alertaría de nuestra presencia. Subimos las escaleras que retornaban al nivel de la calle, y comenzamos a caminar sigilosamente.
Proseguimos nuestro camino hacia la iglesia cuando dejó de nevar, y sin percatarnos de ello, seguimos hacia ésta. La iglesia siempre me había parecido un edificio bastante aterrador, pero aun así seguí andando directo al gran portón.
Al llegar, me percaté de que la puerta estaba abierta de par en par, y desde el exterior pude contemplar como Michael luchaba con ansia contra los dos soldados del Reino del Fuego.
El joven príncipe propinaba varias estocadas con su espada helada, pero ninguna lograba tocar a ninguno de sus oponentes.
Para lograr matarlo tenía que atravesarles, y el hielo de su espada les destruiría al entrar en contacto con su cuerpo:
- John, tienes que ayudarle. Es el príncipe- susurró Mary mirando preocupada la situación.
En ese instante, me percaté de la presencia de un portal de fuego que iba menguando poco a poco.
Y, en el momento en que Mary y yo entrábamos en la iglesia, uno de los soldados tiró a Michael al suelo de un fuerte golpe en la espalda:
-Creía que eras más fuerte, joven príncipe. Despídete de tu libertad, pues pronto estarás de nuevo en una celda.
-No cantéis victoria tan pronto. No pienso rendirme.
Los soldados agarraron al príncipe de sus ropajes en dirección al portal.
No podía permitir que se lo llevaran. Saqué las flechas de hielo, y disparé directo a uno de los soldados.
Cayó al suelo, y su cuerpo se fue destruyendo lentamente hasta que estalló en millones de pedazos.
Michael corrió en nuestra dirección, pero el otro soldado le perseguía.
Mary, asustada, corrió a proteger al príncipe. De su brazo surgió una gran fuerza que lanzó al soldado al otro extremo del altar:
-Vaya, vaya. Una bruja. Nos serás de mucha utilidad- dijo el soldado en el instante que aparecía por arte de magia detrás de la herbolaria.
La cogió y desapareció de donde se encontraba. En unos instantes, aparecía junto al portal. Arrojó bruscamente a Mary hacia él cuando éste estaba a punto de desaparecer, y mientras la mujer gritaba desconsoladamente.
El portal desapareció, y Michael y yo nos encontramos de frente al soldado, que había permanecido indemne cuando se cerraba el portal:
-Será mejor que cuides al resto de familiares que te quedan, pequeño chico- me dijo el hombre mientras desaparecía de la sala, formando un gran cúmulo de polvo que se arremolinaba hasta caer al suelo de nuevo:
-Toda la gente del pueblo ha sido secuestrada, John.
-Lo sé. Mary me lo contó antes de desaparecer.
-¿Qué quería decirte aquel soldado? ¿A quién se refería?- exclamó Michael extrañado.
-No puede ser. ¡Puede que mi padre aún siga en la cabaña! Pretenden llevárselo a él también- grité mientras salía de la iglesia a toda prisa.
Esta vez ni siquiera me fije en el estado de las calles, ya que los dos corríamos sin mirar atrás directos a mi casa.
Se habían llevado a Mary, y no podía permitir que le ocurriera lo mismo a mi padre, ya que nunca me lo perdonaría.
El camino empedrado de la salida de la aldea estaba totalmente helado. Otro impedimento que deberíamos superar si queríamos llegar a tiempo.
Pero aun así, no tuve cuidado. Salí disparado evitando caerme en el suelo resbaladizo.
Michael iba detrás, corriendo torpemente hasta que no fue capaz de sortear un pequeño trozo de hielo y cayó al suelo:
- Sigue tú. Quiero a Reynold tanto como tú- gritó intentando levantarse, sin suerte.
-Está bien. Cuando puedas seguir, no lo dudes. Cuantos más seamos, mucho mejor.
De repente, cuando estaba a punto de llegar a mi destino, escuché un estruendoso ruido.
Con aquella distracción resbalé en el hielo, mientras comenzaba a contemplar cómo mi cabaña ardía en lo alto de la colina.
Pronto otra explosión acompañó a la anterior, a la vez que la puerta estallaba y salía directa hacia mí. La portezuela de madera viajaba a toda velocidad, y yo permanecía totalmente paralizado.
Alguien me cogió por detrás antes de que impactara sobre mí y se lanzó al otro extremo del camino, salvando mi vida. Pronto, pude reconocer al joven príncipe tras de mí.
De nuevo, Michael me había salvado de una muerte casi segura.
Nos levantamos de un salto, y comenzamos a correr hacia la casa, esperando poder encontrar a mi padre con vida.
Jolines!!! Menudo capítulo!! Primero, John que es más valiente que el príncipe. Luego, Mary, que me cae súper bien, va y la secuestran los desgraciados esos XDD. Y el padre... ¡No puede estar muerto! Es un padre adorable!! Y luego está el tema de la princesa... ¿La van a poder salvar con toda la movida que hay en la aldea? XDD ¡Me tienes en un sin vivir XD! Magnífico capítulo. Publica pronto. Un beso :)
ResponderEliminar):
ResponderEliminarQuiero a Mary de vueltaaaa!!! ¬¬
Muerte a los soldados del fuegooo!!! jaja
Muy buen capítulo, a esperar el siguiente!
:)
Por cierto...si el padre a muerto, mataré a alguien ¬3¬
Pues ale, que te vaya bien jaja
chauu
P.D: Pensé que michael iba a dar más pelea ¬¬
muchas gracias a las dos, en serio. gracias a la gente que ya se ha enganchado a mi blog le veo algo de futuro a mi libro. Y me alegro que de os guste tanto porque eso quiere decir que os puede llegar a gustar mucho más. Desde luego poneis unos comentarios que me suben la moral GRACIAS... ;)
ResponderEliminarQué buen capítulo! De verdad, me ha gustado ^^
ResponderEliminarEspero el próximo :)
Un beso!
gracias diana jaja!! me alegro mucho, pronto tendreis el 3 que seguro que os encanta ;)
ResponderEliminarSuupeeer guay el capituloo como siempre ;) Aun que ya lo lei hace tiempoo mee sigue encantando! Siguee asiii mii manitoo!
ResponderEliminarteequieroo (L)
jajaja siempre obligo a comentarme....y como te acuerdas bien poco de cuando lo leiste jajajaja pero se que te guste aunque haya cambiado algunas cosillas jajaja teequiero manita!!
ResponderEliminarJajaj es que tienes que tener en cuenta mi memoria pez. y que lo lei ace un año.. jajaja es o tbb tienes que contar ehh! ;)
ResponderEliminaria sabes que a mi las mates no se me dan demasiado bien gemita jaja justito voy no como otras..... ajajaja. Pero esta claro que lo leyeras cuando lo leyeras te iba a gustar a k si?? jajaja siempre apoyandome mi manita ;)
ResponderEliminary de nuevo dejando con la intriga eh?? =DDD ju...que malvados los malos D: papa de john!!
ResponderEliminarjajaja me gusta dejaros con la intriga, para que engañar jajaja. Los malos son... muy malos jajaja. Ya verás lo que ocurre con Reynold, el padre de John. ;)
ResponderEliminar¿Mary secuestrada? ¿Por quééé? jajaja He visto que usas ese recurso de dejar con la intriga a los lectores:$ pues lo consigues xD Y al final el John es todo valiente (¬¬) jajaj aun así, no me cae bien xD pobre, pero no me cae bien jajaja
ResponderEliminarjaja espero que con el tiempo aprendas a quererle XD jajaja. La verdad es que sí, en algunos capiss dejoo con intriga MEJOR jjaja
ResponderEliminarBueno!!! ya veo q te gusta dejarnos con la intriga!!!!!!!!!!!!!!!! jejejeje... ^.^
ResponderEliminarsii!!! jaja sigue leyendo y lo averiguaras :)
ResponderEliminarLo del padre me ha dejado... patidifusa. Me gusta el misterio... Así me quedo estrujándome los sesos para saber cuál es el intrigulís de la cuestión jejejejeje. John me mola. Yo también tengo un encantador personaje llamado John, ains... los Johnes es que son... jajaja que me voy por las ramas. One cosa de la que me he dao cuen... en el capítulo anterior lo escribes en presente y este en pasado, como el prólogo... Eso es así o es que se te ha ido la pinza? La verdad que es una técnica literaria chula, Emily Brontë la usó en cumbres borrascosas: cambiar los "ojos" del narrador y por tanto el tiempo. Pero hay que tener ojo con ese uso porque puede provocar errores y faltas de concordancia con los siguientes capítulos que escribas, lo sé por experiencia propia. Estás escribiendo en presente y tu cerebro que generalmente está acostumbrado a leer las narraciones en pasado, hace: Zasca!! y lo escribes en pasado cuando debería estar en presente... ¡cuánto pasado y presente! XDDDDDDD Estoy loca. Kisses writer ;)
ResponderEliminarjajaja muchas gracias por tus consejos. A decir verdad , es que John cuenta la historia en primera persona. pero cuando quiero contar qué pasa con otros personajes en ese mismo instante, pues utilizo la 3 persona y en pasado que queda mejor, para mi gusto. Te refieres a la parte de Michael no?? Besos
ResponderEliminarComo mola este capítulo. Veo que tu estilo es bastante sencillo pero se hace muy ameno y la historia continúa haciéndose muy interesante. Hasta el próximo comentario.
ResponderEliminarTú como yo eres de los que deja con la miel en los labios ajajajajaj, ¿mary secuestrada? pero ..jó!
ResponderEliminarsigo. Besos
Por fín me he puesto con tu historia; no he leido gran cosa pero acabo de empezar hoy.
ResponderEliminarTiene una pina impresionante, va super rápido y como dicen, sabes dejar con la miel en los labios.
Tengo ganas de conseguir ponerme al día de una vez; pero bueno, me quedan tres capitulos menos. XD
Un abrazo y nos leemos!