Michael y yo nos miramos extrañados durante varios segundos, mientras Bibí sonreía como si nada hubiera ocurrido y hubiera hecho todo para presentarse dignamente:
- ¿Cómo una cosa tan pequeña puede hacer tanto daño?- me preguntó Michael entre susurros. La verdad es que después de su actuación quedaba bastante claro que, si el puerco-espín venía a ayudarnos, sería de mucha ayuda.
- Te he oído, joven príncipe. Y la respuesta es práctica, mucha práctica. Y sobre todo el arte del engaño. Como acaba de demostrar, nadie pensaría que ``una cosa tan pequeña´´ fuera capaz de semejante golpe- añadió, contento. De ahora en adelante sería mejor que nadie le llevase la contraria o ya sabíamos como acabaría.
- Muchas gracias por las explicaciones y por salvarnos , claro- dije no muy decidido. Parecía que todo esto fuese un sueño. De ahora en adelante, podía pasar cualquier cosa.
- De nada. Todo por el hijo de Reynold. Siempre he soñado con montarme en uno de esos cacharros, jiji. Pero he tenido demasiado pavor a sobrevolar los cielos- una mirada me bastó para convencerme que me observaba con total admiración.
- Y ahora éste es más importante que yo, que soy el príncipe. Esto es el colmo- creía que nadie le oiría pero Michael nunca decía algo en un tono demasiado bajo.
Había sido una jornada muy larga, como casi todos estos últimas días. Pero, después de habernos levantado, me había desvelado y lo único que me apetecía era conseguir las respuestas que necesitábamos y salir en busca de la princesa Sophie:
- ¿Alguien quiere dormir? Porque cuanto antes salgamos de aquí, antes lograremos nuestro objetivo. Porque, ¿has venido a eso, no Bibí? ¿A ayudar en el rescate de la princesa?
- Por supuesto, señor Final. El ejercito del rey se ha encargado de colocar millones de carteles por todo el Reino solicitando ayuda de cualquier ser y sería un placer colaborar- sí que se habían dado prisa en reaccionar, aunque el Rey no hubiese encargado nada, pensé.
- Está bien, Bibí. Pero John, ¿se puede saber cómo pretendes salir ya si cuanto más oscuro esté, más peligro habrá de que vuelva a ocurrir lo mismo de esta noche?- el joven príncipe temía que volviese a pasar pero no teníamos otra alternativa. Cuanto más tardásemos en encontrarla, menos posibilidades habría de revivir a la princesa.
- Michael, no me importa lo que pueda pasar. Hay una vida en juego, y te recuerdo que es tu hermana la que está a punto de irse para siempre.
- ¿Estás intentando decir que no quiero encontrarla, inútil? No vuelvas a decir eso en tu vida, ¿me entiendes? Haría lo que fuera por encontrarla pero no pienso perder a alguien más- se veía que lo decía de verdad, pero yo no pensaba de la misma forma.
- Lo que tú digas, pero el Palacio tampoco es muy seguro que digamos, así que da igual donde estemos. Porque no van a parar de buscarnos, y lo sabes- nos encontráramos donde nos encontráramos, los soldados del Reino del Fuego buscando a Michael y los Intermedios intentando convertirme en un completo enagenado, no estábamos seguros.
- Creo que sería mejor…- Bibí intentó decir algo, pero con una sola palabra, Michael y yo le mandamos callar.
- De momento será mejor que vayamos a ver a mi padre. Porque no podemos irnos sin saber cómo resucitar a mi hermana- el príncipe se dirigía rápidamente hacia las escaleras directo a la sala del trono. Si el Rey estaba despierto, ese era el único lugar donde se podría encontrar.
- Esperen, esperen- gritaba Bibí correteando detrás de nosotros sin poder alcanzarnos- No puedo ir tan rápido. Mis patas son demasiado cortas- la voz de pito y la forma de correr del pequeño puerco-espín provocó varias risas en Michael y en mí, según bajábamos las escaleras.
A toda prisa, Michael saltaba de peldaño en peldaño, mientras yo le seguía muy de cerca. Observé hacia atrás, y vislumbre a Bibí, que aún no había bajado más de dos escalones y se había quedado atrapado entre uno de los hilos de la alfombra. Me miró angustiosamente, y agachó la cabeza.
- Ven aquí, anda- le dije ofreciéndole mis brazos-. No podemos perder tiempo pero, por favor, no me pinches- Bibí no era un puerco-espín demasiado grande, y llevaba las púas intercaladas entre una gran cantidad de pelo. Para ser un puerco-espín no tenía las púas excesivamente grandes y cuando lo posé entre mis brazos, casi ni las noté.
- Gracias, joven Final. No sabía que era tan lento. Casi nunca he estado con seres humanos, y me es muy difícil seguirles, jiji- Bibí se acurrucó en mis brazos mientras corría de nuevo hacia la sala del trono, bajando las escaleras de dos en dos.
A lo lejos, Michael ya había bajado la escalinata, y se disponía a desviarse hacia otro de los corredores. Qué manía tenía de dejarme siempre atrás. Tenía que comprender que Bibí no corría tanto como nosotros.
El pequeño puerco-espín se entretenía mirando los cuadros que adornaban las paredes de Palacio y que se colocaban ordenadamente de arriba hacia abajo hasta llegar al final de las escaleras. En especial se concentraba en uno que mostraba un gran río helado, bordeado de árboles. En seguida lo reconocí. Se encontraba en el bosque cerca de mí hogar. Era exactamente el río donde me había sumergido, y del cual Michael me había salvado:
- ¿Es ahí donde vives, Bibí? Porque mencionaste algo sobre tu procedencia: el Río Helado. Y si no me equivoco se encuentra cerca de Lianel- dije mientras una fina gota de sudor comenzaba a aparecer en mi frente.
No teníamos tiempo para hablar, pero tenía mucha curiosidad en saber si Bibí había vivido cerca de mí durante tanto tiempo.
- Sí, señor. Exactamente pegado a su…- Bibí se paró en seco. Quizá no quería decirme nada pero necesitaba saberlo. Tampoco pasaba nada porque me enterara que vivía en el Río.
- Mi casa. ¿Has vivido en el río todo este tiempo?
- Sí, pero no quería que pensase usted que he estado espiándole o algo por el estilo. Únicamente que hace varios años, cuando acudí a Lianel a conocer a su padre, me fascinó tanto ese entorno que decidí quedarme a vivir allí.
- No te preocupes, Bibí. Nunca me había percatado de que en el Río Helado vivieran puerco-espines. Sin embargo siento decirte que, hace poco tiempo, se hundió y ha desaparecido para siempre. Ha vuelto a ser un río normal y corriente- lo peor sería revelarle que la persona a la que había admirado tantos años había sido asesinada.
Intenté calmarme durante ese instante, y comencé a observar de cerca al puerco-espín, casi sin fijarme en el camino que debía de recorrer para llegar a la sala del trono:
- Tengo que contarte algo más- tragué saliva e intenté enderezarme-. Mi padre falleció hace unos días
De nuevo, y como era comprensible, sentí finas lágrimas recorriendo mi rostro. Cada momento que pensaba que había asimilado todo lo ocurrido con mi progenitor, algo me hacía rememorar su muerte.
Me limpié con una mano antes de que Bibí se percatase de lo afectado que me encontraba. No quería cargarle el muerto a nadie más, porque no sería justo:
- Oh, señor. ¡No puede ser, él no! ¿Quién ha osado hacerle daño hasta ese punto? Puede estar seguro que le ayudaré a vengarse- los ojos de Bibí se iluminaron y acercó su cabeza a mi hombro, para darme una especie de abrazo como consuelo. Y, aunque hacía pocos instantes que le conocía, sentí algo de comprensión por su parte.
Hacía ya tiempo que habíamos acabado de bajar las escaleras. Y en ese momento vislumbré como el príncipe desaparecía a través de la puerta de la sala del trono, de la cual procedía un leve resplandor que iluminaba el pasillo junto con los primeros indicios del amanecer:
- Bibí, también tengo que decirte que no sabemos con exactitud si realmente es mi padre quien murió. Los soldados de Reino del Fuego provocaron un incendio en mi casa, y encontramos un cadáver con el colgante de mi padre, pero no…- mientras entrábamos en la sala del trono, Bibí me mandó callar con un leve movimiento de sus minúsculas manos.
En el fondo de la sala Michael se mantenía de pie junto a su padre, que descansaba en el trono, y que comenzó a mirar fijamente a Bibí con cierta sorpresa.
- Encontraremos la respuesta a todas las preguntas, no lo dude- me susurró al oído cuando nos acercamos hacia el trono.
El aspecto de Rey parecía haber mejorado levemente, ya que su rostro mostraba más esperanza de la que podía haber habido hace varios días.
Excepto por un leve resplandor procedente de una antorcha a cada lado de la prolongada estacia, todo estaba sumido en la oscuridad. Bibí miró ligeramente hacia atrás, e inmediatamente se acurrucó de nuevo entre mis brazos.
Tras el paseo, llegamos junto al Rey y su hijo. Hice una leve reverencia, y Bibí agachó la cabeza:
- Buenas noches, Majestad- susurré mientras éste se levantaba del trono-. Le presento a Bibí del Río Helado. Según nos ha contado, viene a ayudar en el rescate de la princesa.
El Rey Polar le hizo un leve gesto a su hijo para que le ayudara a andar hacia nosotros. Todavía seguía muy débil. Su huelga de hambre le traería desastrosas consecuencias, pero había logrado sobrevivir. Michael se acercó a su padre y le agarró el brazo cuando el monarca estaba dispuesto a hablar:
- Mi hijo ya me ha dicho algo antes de que llegases. Por cierto, encantado de conocerle, Bibí. Es un honor que alguien como usted ayude a devolverme a mi niña- susurro mientras bajaba los pequeños escalones que ascendían al trono, junto a Michael.
- El placer es mío, Majestad. Sólo espero ser de ayuda, y no llegar a ser una molestia- respondío, decidiendo bajarse de mis brazos, y saltando directo al suelo.
El pequeño puerco-espín observó al Rey desde su escasa altura, y le tendió la mano amablemente, haciendo una reverencia.
El Rey Polar se agachó, haciendo un gran esfuerzo y soltando la mano de su hijo, y tomó la minúscula mano del animalillo:
- También espero que estos dos no sean molestia para usted. A veces pueden ser demasiado jóvenes- respondió el Rey haciendo reír a Bibí.
- Lo tendré en cuenta, jiji- después de esto ascendió por mi pierna, y saltó hacia mis brazos antes de que pudiera percatarme.
- Padre, me temo que es urgente que nos cuente lo que sabe. Cuanto antes salgamos, antes encontraremos a Sophie- dijo Michael, finalizando la presentación de Bibí-. Tiene que contárnoslo todo: dónde puede estar, cómo devolverla la vida, y todo lo que sea necesario.
- Está bien, hijo. Pero espero que alguien pueda hacer algo para cumplir lo que os voy a desvelar. Porque me temo que nuestra única esperanza es quien ha logrado mantener contacto con ella- en ese instante, todos y cada uno de los integrantes de la sala dirigieron su mirada hacia mí, incluido Bibí. El sol estaba apareciendo en el firmamento y un rayo de luz reincidió sobre mí-. John, tienes que enamorarla durante tus sueños. Será lo único que la salvará. Si no lo logras antes de encontrarla, vuestro viaje habrá sido en vano. Y no podréis hacer nada para salvarla, porque estará muerta en el momento en que piséis el Santuario.
Jijiji, me encanta el puerco-espín. Es tan educado y tan mono... Y Michael, es que es demasiado arrogante, podría tratar a la gente que lo rodea con más respeto, ¿no? XDD. Y ¿qué es eso de que John tiene que "enamorar" a la princesa durante sus sueños para salvarla? jajaja, ¡vaya tela! Me ha gustado bastante esta parte, ha sido curiosa. Espero pronto la siguiente. ¡Un beso!
ResponderEliminarmuuchiisimas gracias athenea jeje. Como siempre, el pedazo de comentario. Y no sabes lo que te lo agradezco :) Ya irás viendo lo que pasa con la misión de John, que no va a ser demasiado tarde XD Te dejo con la intriga....
ResponderEliminar¡Se veía venir, se veía venir!
ResponderEliminarOye, no influirá mi obsesión por Michael en el hecho de que cada vez lo estés haciendo más borde, ¿no, mala persona? Que ya te vale, ya xDD
En fin, que sigas ya, leñe!
jajaja diana esto lo escribí hace un año mas o menos y en ese momento no te conocía jejejeje pero a lo largo de los capítulos Michael va cambiando porque va preocupándose mas por los demás, por alguien en particular. En fin, que pronto publico la siguiente parte pero que ya está escrita hace mucho XD
ResponderEliminarMe encanta la historia, y Michael jaja :)
ResponderEliminarEspero que la mala racha del rey se soluciones porque madre mia jaja :)
me he leido toda la historia hasta el momento y me gusta mucho la trama aunque no suela leer libros de este tipo, lo seguiré leyendo porque me has dejado muy intrigada jaja :)
Un beso. Te sigo XX
Me gusta la historia y soy clara defensora de Michael! Me da igual que sea arrogante, él es genial *--*
ResponderEliminarDios mío, Jhon llora en todos los capítulos -.-''
Coincido con Kirtashalina: ¿estás haciendo a Michael cada vez más borde para que lo odiemos? D:
Un beso y sigue escribiendo así de bien!
Pijo que misión. Definitivamente el amor es el motor del mundo ¿no? Yo estoy un poco viejo y me pillan de sorpresa las cosas. Por cierto el personaje de Bibí mola un montonazo y si algún día te lo encuentras de verdad en tu casa estarás encantado de verlo.
ResponderEliminarADOL
¿Qué, qué quéeeeee le pasa a Michael? ¿Se ha dado con un mueble o qué? Menudo borde-arrogante-pedante ¬¬ Este no es el Michael inicial xD me le han cambiado jajaja
ResponderEliminarDigo lo mismo que los demás, Jhon llora por todo :O Y lo mismo que te dije en el capitulo anterior, que mono Bibí... hay por favor jajaja¿no tenemos foto de él? ;)
Vaya, o sea ¿k tiene k enamorarla? esto cada vez se pone más interesante ;) me encanta el puerco-espín, pero Michael es bastante engreido.
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